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El término Fraude Alimentario ha tomado fuerza en los últimos años, siendo incluido en los principales esquemas de certificación como un tema de alta importancia en el ámbito de la inocuidad alimentaria, pues, debido a la tendencia al alza en temas de bioterrorismo y defensa de los alimentos, se vuelve indispensable plantear la siguiente pregunta: ¿Qué tan preparados estamos?

Pero, ¿Qué es el Fraude Alimentario? Conozcamos primero algunos ejemplos para entender de qué estamos hablando: -“En cada arpilla de nuez de primera le meto 3kg de segunda para no perderle” -“Compramos plaguicidas más baratos aunque no tengan registro para que nos salga más barato” -“Decimos que nuestro producto es orgánico, pero la verdad no contamos con algún certificado”

Estos ejemplos nos acercan a la definición de Fraude Alimentario: “El fraude alimentario es un término colectivo utilizado para abarcar la sustitución deliberada e intencional, la adición, la manipulación indebida o la tergiversación de alimentos, ingredientes alimenticios o envases de alimentos; o declaraciones falsas o engañosas sobre un producto, con fines económicos (FDA).” En resumen, es realizar actividades intencionales para obtener beneficios a costa de los productos alimentarios.

Y, ¿En qué me afecta? Un productor con antecedentes de Fraude se vuelve poco a poco no confiable para el consumidor, pierde credibilidad ante el cliente y reduce significativamente sus ventas, cerrando su posibilidad de crecimiento hacia nuevos mercados, además, el Fraude Alimentario no es solo lo que nosotros podemos hacer con nuestros productos, sino que también nosotros podemos ser presa de fraude ya sea con nuestros proveedores o también, con nuestros clientes.

Ahora, ¿Qué debo hacer? Lo principal es conocer qué tan comprometidos estamos con asegurar a nuestros clientes que nuestros productos son 100% confiables, para ello es importante comprometernos a hacer las cosas adecuadamente y evaluar en qué parte del proceso estamos siendo vulnerables o podríamos serlo, por ejemplo, a la hora de comprar materiales, en la parte de la producción, en la parte de selección, o en algunos casos un fraude que casi nadie considera, cuando mi cliente realiza fraude con mi producto.

Soy vulnerable, ¿Y ahora? Una vez que hemos detectado en qué parte del proceso somos vulnerables, debemos definir las acciones para prevenir y combatir dichas actividades, por ejemplo: -“En cada arpilla de nuez de primera le meto 3kg de segunda para no perderle” Como acción principal podemos plantear el realizar el llenado de arpillas designadas como “nuez de primera” únicamente con dicho producto -“Mi nuez es orgánica, pero mi cliente utiliza mi certificado orgánico para respaldar otras producciones que él compra y no cuentan con dicha certificación” Sabemos que podemos ser vulnerables a situaciones que pueden llegar a ser difíciles de controlar, tal es el caso de los clientes, pero es importante realizar acciones para evitar que nuestro producto sea víctima del Fraude Alimentario. Tales acciones en este último ejemplo pueden ser la definición del problema con el cliente, la realización de contratos de compra-venta, etc. Un productor que se preocupa por su producto, y que lo respalda mediante planes de acción es un productor confiable, pero un productor que realmente realiza acciones para combatir el Fraude Alimentario en cada etapa del proceso, es un buen productor. .